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  • El tabaquismo y la obesidad son indicadores de peor respuesta a los fármacos anti-TNF

Se ha celebrado en Madrid el IV Curso de Terapias Biológicas, organizado por la SER, con la colaboración de Sandoz, división del Grupo Novartis.

El tabaquismo y la obesidad son indicadores de peor respuesta a los fármacos anti-TNF en pacientes inflamatorios. “En las enfermedades reumáticas inflamatorias aún estamos lejos de tener un marcador que ‘a priori’ permita elegir una terapia, pero hay muchos avances al respecto ya que se está investigando en diferentes variables y muy diversas”, según ha explicado la Dra. Blanca Hernández Cruz, reumatóloga del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, en el marco del IV Curso de Terapias Biológicas realizado por la Sociedad Española de Reumatología (SER), con la colaboración de Sandoz.

En opinión de la experta, “aunque con la estrategia Treat to target (T2T) y con la posibilidad de disponer de mayor número de tratamientos se ha conseguido una importante mejora, desafortunadamente un 40% de pacientes no responden a los tratamientos y cuando lo hacen, la posibilidad de remisión sostenida es baja, aproximadamente 15% a 5 años”.

Se están estudiando diferentes variables que van desde aspectos clínicos como edad, sexo, tabaquismo, obesidad, fallo a metotrexato o empleo concomitante de metotrexato;  métodos de imagen como presencia de erosiones radiográficas, presencia de señal power Doppler ecográfica o edema óseo en la resonancia magnética; marcadores séricos como niveles de proteína C reactiva, FR, presencia de ACPAS, IL17 o proteína BMP8/14; hallazgos histopatológicos en biopsias de sinovial como agregados linfocitarios hasta diferentes mutaciones genéticas de TNF, IL6 o Fcgamma, ha indicado la Dra. Hernández durante su ponencia.

Actualmente, se sabe que la presencia de anticuerpos ACPA y/o FR positivos es un marcador de mejor respuesta a rituximab frente a placebo y a abatacept frente a placebo, pero no se sabe si estos pacientes con estas características responden mejor a alguno de los otros fármacos. “Por ello, -ha añadido-, hacen falta estudios bien diseñados que incluyan todas las opciones terapéuticas para tener evidencia sobre los biomarcadores de respuesta a los tratamientos, pero la investigación avanza a pasos rápidos”.

Comorbilidades en pacientes reumáticos

Por su parte, la Dra. Eva Pérez Pampín, reumatóloga del Hospital Clínico Universitario de Santiago, ha señalado que “la decisión del tratamiento biológico debe realizarse de forma individualizada y consensuada con el paciente, teniendo en cuenta tanto las características relativas a la actividad de la propia enfermedad como de las patologías concomitantes, edad, vía de administración y otros tratamientos. En diferentes estudios se ha demostrado que el control estrecho de la enfermedad mejora o disminuye la presencia de determinadas comorbilidades como el riesgo cardiovascular o la depresión”.

Respecto a las comorbilidades más frecuentes en pacientes con artritis reumatoide, la experta ha destacado que se encuentra la hipertensión en un 40%, las enfermedades pulmonares crónicas en torno al 3,5 – 15%, los eventos cardiovasculares en un 7%, la depresión (15%) y los tumores sólidos (4,5%). Las infecciones son la comorbilidad más frecuente en pacientes en tratamiento con terapias biológicas, hasta en el 69% de los mismos, según datos de diferentes registros. Por otro lado, en pacientes con espondiloartritis, las comorbilidades más frecuentes son osteoporosis (13%) y úlcera gastroduodenal (11%).

El manejo de las comorbilidades ha sido tema de debate en los últimos años realizándose diferentes consensos para el manejo de las mismas. “En la actualidad, los reumatólogos estamos cada día más implicados en la atención integral del paciente y esto incluye el tratamiento de las comorbilidades, con el apoyo de los facultativos de Atención Primaria y el personal de enfermería. Sería interesante promover cuestionarios simplificados para la detección precoz de estas comorbilidades, lo que permitiría también la instauración del tratamiento necesario de forma temprana”, ha precisado la Dra. Pérez.

Sobre el IV Curso de Terapias Biológicas

“Desde el comité organizador del curso hemos intentado atender la necesidad de conocimiento de nuevas moléculas, algunas ya disponibles, aunque con escasa trayectoria y otras que estarán disponibles en breve. Sin embargo, también hemos querido resolver algunas de las dificultades que, tras la amplia trayectoria en el empleo de las terapias biológicas, seguimos teniendo como la definición de perfiles de pacientes y el empleo en situaciones especiales o fuera de indicación en el caso de los fármacos biológicos originales o la intercambiabilidad en el caso de los fármacos biosimilares”, según ha detallado la Dra. Ana Ortiz, reumatóloga del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid), una de las coordinadoras del curso, junto con los Dres. Raimon Sanmartí y Lucía Silva.

En este IV Curso de Terapias Biológicas, patrocinado por Sandoz, también se han incorporado algunas pinceladas en aspectos más metodológicos y de gestión en un intento de abordar cuestiones esenciales en el empleo de las terapias biológicas en la práctica clínica diaria y, en general, menos exploradas.

A juicio de la Dra. Ortiz, “es indudable que este es un tema en constante evolución y es importante avanzar en el conocimiento de las nuevas moléculas con las que tratar a los pacientes, pero también el empleo de fármacos con más trayectoria conlleva la aparición de dudas sobre su indicación y sobre la resolución de los problemas que pueden surgir a lo largo del empleo de los mismos”. El futuro en este ámbito pasa por la disponibilidad de nuevas moléculas y por la posibilidad de administrar un tratamiento individualizado para cada paciente con la finalidad de conseguir la máxima eficacia con el menor riesgo de efectos secundarios.