VI.C.4.1. ¿Por qué es necesaria la ecografía en el diagnóstico de gota?

Debido a su reciente introducción como método de diagnóstico para la gota, no se ha logrado todavía una difusión suficiente de las ventajas de la ecografía ni una generalización de su uso en esta enfermedad, existiendo un gran desconocimiento entre los clínicos acerca de las posibilidades que ofrece. En consecuencia, quizás lo primero que habría que plantearse es si la ecografía es necesaria para el diagnóstico de gota.

Según las recomendaciones EULAR, el diagnóstico de gota debe  basarse fundamentalmente en la demostración de cristales de UMS en el líquido sinovial o en los tofos de los pacientes (73). Sin embargo, la realidad de la práctica clínica está muy lejos de esta recomendación. Los resultados del GEMA (75), un estudio sobre variabilidad en el diagnóstico y tratamiento de la gota en nuestro país, revelaron que  sólo el 25,7% de los 804 pacientes analizados habían sido diagnosticados  mediante demostración de cristales de ácido úrico, habiéndose observado hallazgos similares  en otros estudios (140). En la  mayoría de los casos, el diagnóstico de gota se basa en los criterios de Wallace publicados en 1977 sin análisis previo de su validez. Los resultados de estudios de validación posteriores han mostrado unos índices que distan mucho de la excelencia (sensibilidad 65-68%, especificidad 78-88%, falsos negativos 32%, y falsos positivos 22%) (141), y que obligan a suscribir las recomendaciones EULAR sobre el diagnóstico definitivo mediante demostración de cristales. Estos datos demandan una explicación sobre las posibles razones para no utilizar la visualización de cristales como base del diagnóstico de gota.

La identificación de cristales de UMS ha demostrado ser una prueba sensible y específica para el diagnóstico de gota, pero su detección está condicionada por la forma de presentación de la enfermedad como artritis aguda o en fase asintomática. En el caso de artritis agudas, el examen microscópico del líquido sinovial muestra una sensibilidad del 84% con una especificidad del 100%, mientras que en el aspirado de articulaciones en periodo intercrítico la sensibilidad baja al 70%, manteniéndose una especificidad del 95% (73). En pacientes con  hiperuricemia asintomática la posibilidad de detectar cristales es mucho menor, observándose únicamente en uno de cada 19 casos (). Por otra parte la identificación de cristales 91presenta una fiabilidad interobservador moderada – buena (valores kappa entre 0,35 y 0,63), lo que no se ajusta a los patrones de excelencia deseable para estos casos (73). Todos estos datos justifican la utilización de los criterios clínicos  en la práctica habitual.

Las evidencias comentadas plantean la necesidad de modificar  la estrategia diagnóstica de la gota desde dos perspectivas: a) insistencia en la difusión y aplicación de las guías de práctica clínica y; b) búsqueda de nuevas aproximaciones diagnósticas con parámetros adecuados de validez.

La disponibilidad de nuevos métodos diagnósticos de carácter no invasivo suele gozar de muy buena aceptación por parte de los clínicos y de los pacientes. En este sentido, la ecografía permite identificar fácilmente una serie de lesiones elementales (122, 126, 142-146) (tabla 6) que, aún sin ser patognomónicas, ayudan a definir la existencia de esta enfermedad con una elevada probabilidad post prueba, o a dirigir de forma eficaz la punción diagnóstica.