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  • La COVID-19 y los pacientes con enfermedades reumáticas

La Sociedad Española de Reumatología formula las siguientes sugerencias a los reumatólogos con respecto al coronavirus COVID-19 y los pacientes con enfermedades reumáticas:

1. Actualmente, no hay datos específicos sobre pacientes con enfermedades reumáticas o que reciben medicamentos inmuno-moduladores. De momento, no existe ningún tratamiento farmacológico que se pueda administrar como medida de profilaxis, ni se conoce claramente cuándo podrá estar disponible una vacuna, aunque existen ensayos clínicos en desarrollo. Por lo tanto, y mientras no haya datos sobre la influencia de este tipo de medicación, los pacientes que toman dichos tratamientos deberían seguir la norma habitual e interrumpir la terapia solo si se producen episodios de infección.

2. Hasta la fecha, no se ha descrito que los pacientes con enfermedades reumáticas que reciben tratamientos biológicos o con fármacos inmunosupresores sean un grupo de riesgo para desarrollar formas más graves de la enfermedad causada por el coronavirus (SARS-Cov-2). Sin embargo, en este estado de incertidumbre, un número importante de médicos cree razonable considerar estos pacientes como “de riesgo” y actuar consecuentemente en caso de que se contagien.

3. Algunos estudios publicados con riesgo alto de sesgos plantean la posibilidad de que varios de los tratamientos que reciben nuestros pacientes tengan cierto efecto protector sobre el desarrollo de la enfermedad (antimaláricos) o su evolución a formas graves (Inhibidores de IL-6 o IL-1, jakinibs, anticalcineurínicos, etc.). Esto es algo que se está investigando activamente en múltiples estudios. Mientras tanto el uso de estos medicamentos solo debe plantearse de acuerdo con las recomendaciones de las autoridades sanitarias y dentro de los protocolos consensuados en los diferentes centros.

4. Teniendo en cuenta que la COVID19 tiene una gran capacidad de transmisión, para minimizar la exposición al virus de los pacientes con enfermedades reumáticas con tratamientos biológicos o inmunosupresores, sería recomendable que estos pacientes sean evaluados, si es posible, mediante consulta no presencial (telefónica, telemedicina, etc.) en aquellas zonas donde se haya establecido la alerta sanitaria y mientras dure la misma.

5. Los pacientes reumáticos, reciban o no tratamientos biológicos o inmunosupresores, DEBEN SEGUIR RIGUROSAMENTE LAS MEDIDAS DE AISLAMIENTO social recomendadas por las autoridades sanitarias españolas, que se pueden consultar en este enlace.

6. Las autoridades sanitarias, a través de los centros de control para la prevención de enfermedades y otras instituciones similares, han destacado la importancia de extremar la higiene de las manos, es decir, lavarse las manos con frecuencia enjabonándolas, al menos durante 20 segundos, así como evitar tocarse boca, nariz y ojos y cubrirse boca y nariz con el codo flexionado o con un pañuelo desechable (que se tire y no se guarde en el bolsillo) al toser o estornudar. También se recomienda evitar el contacto con personas que pudieran estar infectadas, especialmente aquellas que estén tosiendo o estornudando, e incluso evitar el contacto con personas que hayan estado en riesgo, aunque no presenten síntomas. Las formas de transmisión del virus y sus implicaciones han sido revisadas recientemente por la OMS (se puede acceder al documento en este enlace).

7. Todos los profesionales de la salud deben extremar el uso de medidas y equipos de protección individual en función de su grado de exposición al virus. La alta tasa de contagios observada en este colectivo obliga a ser más rigurosos en la implementación de estas medidas, aun siendo conscientes de las frecuentes dificultades para disponer de los equipos necesarios. En cuanto al uso de mascarillas cabe destacar que sólo se ha demostrado que las mascarillas FFP2 y FFP3 (equivalentes a la N95) son eficaces contra el contagio por otros coronavirus (ej. SARS). El uso de mascarillas quirúrgicas se ha generalizado entre los profesionales sanitarios. Se desconoce si pueden tener algún efecto para limitar la expansión de la enfermedad en el entorno sanitario; no obstante, es preciso advertir sobre el riesgo de dar la sensación de falsa protección, por lo que los profesionales en mayor riesgo de contagio no deberán usarlas como sustitución de las FFP2 y 3. Sin embargo, las personas sospechosas de estar infectadas sí deberán utilizar mascarillas para prevenir la trasmisión de la enfermedad.

Para más información, se pueden consultar los documentos facilitados para profesionales en la web del Ministerio de Sanidad.