VIII.J.2. Tipos

A continuación se describen, a grandes rasgos, las dos modalidades de diálisis: hemodiálisis y diálisis peritoneal.

La hemodiálisis consiste en dejar circular la sangre por un circuito extracorpóreo en el que se enfrenta al líquido de diálisis (libre de los solutos que se pretenden eliminar) a través de un filtro artificial (dializador) para lograr la depuración de solutos deseada. Se realizan varias sesiones semanales (generalmente tres) de 3-4 horas de duración. El descenso de la concentración de solutos en el plasma provoca, secundariamente, el paso de solutos desde el espacio intersticial hacia el plasma para equilibrar concentraciones. Debido a la gran capacidad de la hemodiálisis para depurar solutos de bajo peso molecular (menor de 1.000 daltons; el del urato es 168), la velocidad de eliminación del plasma hacia el líquido de diálisis es mucho mayor que la del paso de solutos desde el espacio intersticial hacia el plasma, por lo que la concentración sanguínea de dichos solutos suele ser alta (superior a lo normal) justo antes de la sesión de hemodiálisis, y baja (incluso por debajo de valores normales) inmediatamente después, para empezar a aumentar en los días siguientes a medida que el espacio intravascular vuelve a llenarse de este tipo de solutos, hasta la siguiente sesión. El urato, por su bajo peso molecular, no es una excepción. Su concentración sanguínea alcanzará el valle inmediatamente post-diálisis para ir aumentando progresivamente hasta el comienzo de la siguiente diálisis.

En cambio, en la diálisis peritoneal se aprovecha la estructura anatomo-funcional del peritoneo; la cavidad peritoneal está limitada por una monocapa de células mesoteliales que se continúa con un intersticio en el que circula la sangre por el interior de los capilares sanguíneos. La diálisis peritoneal se basa en la introducción y mantenimiento del líquido de diálisis en la cavidad peritoneal a través de un catéter. Durante la permanencia del líquido en este compartimento los solutos acumulados como consecuencia de la insuficiencia renal pasan de la sangre que circula por los capilares peritoneales al líquido de diálisis en virtud del gradiente de concentración generado entre ambos. En este tipo de diálisis es la propia membrana peritoneal es decir, el tejido intersticial que va desde la pared del capilar hasta la capa mesotelial que limita la cavidad peritoneal, la que actúa como filtro. A medida que pasan las horas de permanencia en la cavidad el líquido de diálisis se va saturando de solutos (potasio, fósforo, urato, creatinina, urea…), con lo que se reduce el gradiente de concentración respecto al plasma y se pierde progresivamente la capacidad de depuración. Por eso se debe renovar el líquido de diálisis (extraer el que ha estado en la cavidad peritoneal e introducir uno nuevo), varias veces al día (3-4 cambios con permanencias promedio de 6-8 horas en la modalidad diurna, y 5-6 cambios con permanencias de 1-2 horas en la nocturna). En la hemodiálisis el paso de solutos desde la sangre al líquido es mucho más lento y progresivo que en la hemodiálisis, pero esta diferencia se compensa con su carácter continuo (a todas horas del día y de la noche y todos los días), frente a la brevedad e intermitencia  de la hemodiálisis. La mayor lentitud en el paso de solutos desde la sangre al líquido de diálisis hace que la difusión inversa desde el espacio intersticial hacia el plasma para equilibrar concentraciones se produzca a ritmo similar, por lo que en la diálisis peritoneal no se producirán picos y valles en las concentraciones sanguíneas, a diferencia de lo descrito en la hemodiálisis.