VI.A. CLÍNICO

Han pasado más de tres siglos desde la primera descripción de cristales de UMS en material procedente de un tofo (70), y más de 50 años desde su demostración en líquido sinovial y su implicación patogénica en la gota (71). A pesar del tiempo transcurrido y de la relativa facilidad del diagnóstico de certeza de esta enfermedad (72, 73), la realidad clínica habitual, tanto en AP como en especializada, es que el diagnóstico se establece mayoritariamente por mera impresión clínica o por criterios de clasificación (74-77). En una muestra representativa de los servicios de Reumatología españoles, el 74% de los diagnósticos de gota se realizaron por  impresión o criterios clínicos (75).