IX.B.1. Recomendaciones para los pacientes

  1. El establecimiento de una relación de confianza mutua entre el médico y el paciente es fundamental para conocer la situación real del proceso, facilitar la comprensión de sus mecanismos de producción y generar un clima de relativa seguridad que garantice la observancia terapéutica. La fe en el profesional es clave para confiar en su capacidad para manejar la enfermedad y obtener unos resultados terapéuticos adecuados.
  2. El mantenimiento de una actitud positiva ante la vida y la enfermedad en general también es importante, tanto para el paciente (porque le permite un afrontamiento correcto), como para el médico (porque facilita la relación con el enfermo y el establecimiento de un plan terapéutico individualizado y correcto).
  3. Es esencial individualizar el proceso, no sólo por la enfermedad en sí misma, sino porque la actitud y la vivencia ante la misma puede ser muy distinta entre los pacientes. No todo el mundo es capaz de afrontar determinadas experiencias y vivencias con la madurez y la calma necesarias.
  4. Con el fin de utilizar los fármacos adecuados en cada caso y disminuir el riesgo de efectos secundarios asociados es muy importante realizar un interrogatorio cuidadoso sobre todos los medicamentos que toma el paciente y la magnitud de sus crisis.
  5. El reto del médico, como profesional, es conocer bien el proceso de cada paciente, sus peculiaridades y sus necesidades. No obstante, el paciente es el que mejor sabe cuál es su situación clínica y, en algunas ocasiones, debe prevalecer su criterio sobre el del médico, especialmente en el caso del MAP. “Nadie sabe mejor que el propio paciente cuando debe ir a urgencias”.
  6. El MAP es el responsable del seguimiento global del paciente, mientras que el especialista es el que debe ocuparse de las situaciones agudas y los problemas concretos.
  7. La disponibilidad actual de historia clínica electrónica permite una comunicación fluida y permanente entre los diferentes niveles asistenciales, lo que facilita un proceso asistencial más ágil, sobre todo en cuanto a la obtención de resultados. Además, la informatización de la historia clínica y de las pruebas complementarias permite el acceso inmediato de cualquier profesional y por tanto, mejora de manera importante la labor asistencial. Por último, es importante disponer de informes redactados en letra legible, preferentemente impresa.

Existe una demanda generalizada de los pacientes respecto a su mayor participación en la toma de decisiones en base a la disposición de mayor información. Es un tema controvertido ya que el médico puede pensar que la opinión que debe prevalecer es la suya, puesto que se apoya en aspectos científicos o técnicos. Es muy difícil encontrar una solución intermedia. El médico puede reaccionar mal si el paciente le exige determinadas actuaciones en base a información recabada en internet u otros medios, que puede no ser científicamente contrastada. El paciente puede sugerir opciones y confiar en el criterio médico. Es fundamental, por tanto, crear un clima de confianza mutua que permita una explicación clara y pausada de los mecanismos que intervienen en la génesis del proceso y en la acción de los fármacos, de forma que el paciente pueda tomar la decisión más adecuada sobre su enfermedad y su tratamiento.

El paciente cree en el efecto beneficioso de la dieta, aunque su experiencia le dice que las crisis no siempre están provocadas por cambios en la alimentación. En cualquier caso, la relación con la dieta debe ser relativa y flexible, ya que las conductas extremas nunca son buenas. Es importante conocer los alimentos y pautas que pueden aumentar el ácido úrico y tener “cierto cuidado” pero sin vivir obsesionado. Lo ideal es encontrar un término medio.

Es consciente de sus limitaciones pero no le hacen sufrir. Ya ha vivido lo que tenía que vivir. Uno las acepta y se amolda. Y encuentra otras satisfacciones en la vida: las aficiones, los amigos, la familia, etc.